Descubriendo la ruidosa garganta del diablo

Argentina se destaca por sus paraísos diseminados por todos los puntos cardinales, pero en el noreste se encuentran las Cataratas del Iguazú, una de las siete maravillas del mundo que despierta admiración, deslumbrando a propios y extraños.

Declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, título honorífico que ostentan desde 1974, estas cascadas salvajes se encuentran sobre el río Iguazú, entre la provincia de Misiones y el fronterizo estado brasileño de Paraná. Sus 275 saltos de agua que emanan 1500 m³, la transforman en la pendiente de agua más importante del globo, cuyo 80% se localiza en territorio argentino.

Disfrutar de los mejores paquetes resultará tarea sencilla en este sitio ya que los múltiples paseos permitirán vislumbrar la armonía del ecosistema local, donde el silencio se ve interrumpido por la incesante caída de un océano de proporciones pequeñas impactando contra el acantilado pedregoso.

Poco más de 450 especies animales, muchas de ellas en peligro de extinción, como el Jaguar, el Tapir, el Oso hormiguero y el Yacaré Overo encuentran refugio en la hostilidad de estas aguas a los cuáles ni los más valientes depredadores se animan a desafiar.

La travesía comenzará desde el mirador, similar a un faro, dando paso a escalinatas y caminos rocosos con la selva misionera de fondo y a la parte inferior de los saltos de agua.

Atravesando el Salto Lanusse y Cabeza de Vaca se podrá acceder a un panorama único: la Garganta del Diablo, por la cual se llega mediante el Tren de las Cataratas que acercará hasta los 1100 metros de balcones dispuestos en los márgenes de las fauces del demonio.

Para culminar, el Salto bosetti y su abundante lluvia generada por el vapor de agua, obsequio de la colisión entre las rocas y el agua decorarán la visita y justificarán con creces el privilegio de ser una de las siete maravillas del mundo.

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